“Un estudio constata que mentir
menos tiene efectos positivos en la salud”
Beatriz G. Portalatín | Madrid
'Con la verdad se llega a
todas a partes'
Con esta frase, seguramente
hayamos recorrido parte de nuestra enseñanza más arraigada. Decía Platón que
"hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de
la verdad". Pero además de actos de valentía y franqueza que hemos
aprendido desde niños, ¿podría tener consecuencias positivas en nuestra salud?
"Asociar verdad con salud es
una relación problemática y compleja", afirma el psicólogo Rubén González, autor del artículo
'El engaño y la mentira en los trastornos psicológicos y sus tratamientos',
publicado en la revista 'Papeles del Psicólogo'. Pero esta conexión ha tenido
una respuesta afirmativa en un estudio realizado por investigadores de
la Universidad americana de Notre Dame y cuyos resultados han sido presentados
en la 120ª Convención de la Asociación Americana de Psicología. Uno de los
datos más llamativos fue la media de mentiras por semana que verbalizaban los
americanos: 11 mentiras.
Durante 10 semanas analizaron las
respuestas de 110 personas ante ciertas situaciones. La mitad de ellas fue
entrenada para decir menos mentiras. Precisamente, este grupo fue el que, según
Anita E. Kelly, profesora de psicología en dicha universidad y autora principal
del estudio, "presentó mejoras significativas en su salud".
Tales beneficios iban desde menos sentimientos de tensión y melancolía a un
menor número de cefaleas y molestias de garganta.
Sin embargo, la mentira ofrece
ciertas ventajas en las relaciones sociales. El psicólogo y criminólogo Jaime
Gutiérrez, perteneciente al Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León,
asegura que "mentir es una conducta adaptativa".
"Podemos asociar los
beneficios con la ansiedad, es decir, con la verdad se disminuye la ansiedad.
Pero tampoco podemos afirmar que esto sea mejor o peor para la salud",
indica este experto apuntando a que las personas tienen distinto nivel de
activación que, traducida en forma de ansiedad, es buena y necesaria.
Fundamentalmente, explica este
experto, las personas mienten por tres motivos: para adaptarse a un
ambiente hostil, para evitar castigos y para conseguir premios o ganancias
sobre los demás. "Por ejemplo, la gente en su curriculum vítae pone un
nivel de inglés más alto del que realmente sabe, pero lo hacen para conseguir
un premio, un puesto de trabajo en este caso, y esa conducta no tiene porqué
ser necesariamente mala", desarrolla.
Buscar el equilibrio
Decía el médico y psicoterapeuta
austríaco Alfred Adler que "la verdad es a menudo un arma de agresión. Es
posible morir, e incluso asesinar, con la verdad", por lo que a veces
ser honesto no podría resultar tan bueno. "En ocasiones decir la
verdad, puede ser contraproducente", asegura Gutiérrez, no obstante,
aclara que la sinceridad es buena cuando las consecuencias son positivas para
la persona que emite la conducta y para su entorno.
Por su parte, Rubén González
también apoya esta afirmación. "Hay que buscar el equilibrio entre
lo que es bueno para nosotros y para el que recibe la notica". Además,
asegura que algunas veces puede asociarse decir la verdad con signos de inocencia
o falta de madurez, por tanto, en ocasiones la mentira puede ser incluso
necesaria.
Este experto divide la mentira en
mentira 'prudente' e 'imprudente'. La primera es aquella que se dice
para adaptarse a la situación, la que es "necesaria" decir en
ocasiones para evitar un mal mayor. Pone de ejemplo, una situación peligrosa
como estar en una habitación con mucha gente y que haya un incendio.
"Puedes mentir y decir a la gente que no está pasando nada y evitar así el
caos. El control es necesario en estos casos", detalla.
La segunda es cuando lleva
consecuencias peores que dificultan ese equilibrio mencionado anteriormente.
Decir la verdad, puede tener consecuencias negativas en el otro. Esto es, hay
personas que tienen que decir siempre la verdad, "tener la conciencia
tranquila", y esto "no siempre es bueno", puntualiza el
psicólogo. "Esta sensación de conciencia tranquila es la creencia de creer
que han actuado bien y por ello 'se sienten mejor' físicamente", explica.
Honestidad, un valor necesario
La honestidad, explica este
experto, refuerza el que una relación, sea del tipo que sea, pueda ser mucho
más consistente y estable. Pero, "tiene que haber también otras
cosas, es un valor que no puede ir separado del resto", matiza.
"La honestidad absoluta en
el ser humano no existe, es imposible que un hombre siempre diga la
verdad".
Ésta, asegura, es un valor que
debe ir añadido junto a otros:
"De nada vale que una
persona sea sincera, si le faltan otros valores".
Como conclusión, los expertos
aseguran que no podemos relacionar mentir en contextos cotidianos con una peor
salud, pero que es bueno que en la sociedad se eduque desde la honestidad y la
franqueza. "Un desarrollo moral adecuado desde la infancia, orientado
en la verdad, es positivo", finaliza Gutiérrez.
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